México al ser uno de los países con mayor diversidad de ecorregiones terrestres, y contar con la riqueza de su capital natural, este contribuye en un 17% al crecimiento de su riqueza. Aun cuando el Producto Interno Bruto (PIB) suele ser la medida más utilizada como indicador del proceso económico de un país, no proyecta el grado de bienestar y sostenibilidad, por dicha razón algunos países en desarrollo usan como indicador de crecimiento al capital natural, a diferencia del PIB, puede determinar qué tan sostenible está siendo su modelo de desarrollo (Durango et al., 2019).
La implementación de modelos de desarrollo que basan su crecimiento en la extracción de los recursos naturales ha traído como consecuencia la transformación y degradación de ecosistemas. Algunos recursos son más sensibles a esta sobreexplotación, principalmente cuando se supera la extracción respecto a los niveles de crecimiento del recurso, o bien se rebasan los niveles de carga de recepción de contaminantes (Durango et al., 2019).
En América Latina y el Caribe aproximadamente 74 de los bosques se encuentran en algún grado de amenaza debido al excesivo y poco regulado cambio de uso de suelo principalmente para la siembra de cultivos, los humedales se redujeron en un 59% y cerca del 35% de las especies relacionadas a ellos están amenazadas, además la contaminación ha incrementado en la mayoría de los ríos por el aumento del desarrollo costero, complejos turísticos y la urbanización (RAMSAR, 2018).
Un caso peculiar que se ha observado en México es la creciente demanda de agua, ocasionado por un excesivo bombeo que supera la capacidad de recarga de los cuerpos de agua subterráneos, de tal manera que, de los 653 acuíferos existentes, 105 se reportan como sobreexplotados (CONAGUA, 2017), asimismo para la fauna silvestre se reportan 20 especies en peligro de extinción. Son necesarias nuevas iniciativas para el manejo sostenible de los recursos naturales, debido a que la tierra puede llegar a disminuir su capacidad productiva y los recursos no renovables se agoten en un futuro.
En México, existen diferentes herramientas para conducir al desarrollo sustentable, una de ellas son los Instrumentos de Política Ambiental entre los que se encuentran la Planeación Ambiental, el Ordenamiento Ecológico del Territorio, los Instrumentos económicos, la Regulación Ambiental de los Asentamientos Humanos, la Evaluación del Impacto Ambiental, las Normas Oficiales Mexicanas en Materia de Impacto Ambiental y la Autorregulación y auditorías ambientales. Además de dichos instrumentos que son las directrices de la gestión ambiental en México, se han diseñado diversas estrategias a nivel mundial para conservar y proteger los recursos naturales, es el caso de las áreas naturales protegidas, las zonas de restauración, las unidades de manejo de vida silvestre, así como las iniciativas de participación social, entre otras.
Los modelos de crecimiento económico en años recientes caminan hacía el desarrollo sustentable, bajo esta perspectiva la sustentabilidad puede ser débil o fuerte, asociado a la rigidez de aplicación del papel como componente crítico del capital natural dentro de la economía. Sin embargo, es indispensable que todos los actores dentro de la sociedad operen bajo un desarrollo sustentable, de tal manera que nos mantengamos dentro de la capacidad económica funcional y ecológica que permita a los sistemas seguir operando sin deterioro o anomalías, que puedan generar afectación sobre ecosistemas sensibles y población menos favorecida.
Para llevar a cabo este plan de acción, surge la Agenda 2030 donde se establecieron 17 objetivos con 169 metas denominados Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los cuales abarcan 3 niveles de acción: los objetivos que se encuentran en la base corresponden a los relacionados con la biosfera, los de la parte de enmedio a los sociales y en la cima los económicos, cruzados por una línea base que son las alianzas para lograr su cumplimiento (Rivas, 2019).
Es importante que los objetivos ambientales, sociales y económicos sean abordados de forma integral a lo largo de los distintos niveles, por ejemplo, México redujo la pobreza a expensas de un consumo y producción insostenible de bienes, el sistema alimentario se convirtió en un sistema global y homogéneo, debido a que México pasó de ser productor de maíz, a ser un importador de este producto, lo que indica que se debe de evitar que el logro de los ODS produzca un deterioro en la conservación del capital natural.
Como ya se ha visto, un sistema de producción sostenible y eficiente debe incluir la conservación y el aprovechamiento correcto de la biodiversidad, así como la adecuada gobernanza de los recursos, como el desarrollo de políticas públicas y de ordenamiento territorial. Dado que los recursos naturales seguirán siendo la base de la economía en México y en el mundo, es necesario impulsar, con mayor determinación el consumo responsable de bienes y servicios, finalmente, se requiere romper con las prácticas convencionales de sobreexplotación de los recursos naturales pues de esto depende que el capital natural deje de mermar y mejore el ingreso económico del país (Durango et al., 2019).
Fuente:
- CONAGUA. 2017. Estadísticas de agua en México. Ciudad de México. Comisión Nacional del Agua.
- Durango, S., Sierra, L., Quintero, M., Sachet, E., Paz, P., Da Silva, M. Valencia, J. y Le Coq, J.F. 2019. Estado y perspectivas de los recursos naturales y los ecosistemas en América Latina y el Caribe (ALC). 2030 – Alimentación, agricultura y desarrollo rural en América Latina y el Caribe, No. 9. Santiago de Chile. FAO. 44 p.
- RAMSAR. 2018. Global Wetland Outlook: State of the World’s Wetlands and their Services to People.Gland, Suiza, Secretariado de la Convención RAMSAR.84 p.
- Rivas, M.C. 2019. Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, ODS y gestión del agua en el sector agropecuario. El Consejo de los Profesionales del Agro, Alimentos y Agroindustria.